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Educando a niños de 6 a 12 años

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Los niños de 6 a 12 años, ya empiezan una nueva etapa en la que aparecen nuevos protagonistas: los aparatos tecnológicos, la televisión y los teléfonos móviles.

Mi hijo va a cumplir 7 años y si por él fuera, estaría jugando todo el día con las tabletas, los móviles o las videoconsolas. Nosotros le hemos restringido el uso de estos aparatos a los fines de semana, pero es una lucha constante a la que sería muy fácil ceder, pues mientras ellos están jugando, nosotros tenemos más tiempo para realizar otras tareas o simplemente descansar de un día agotador, sin embargo debemos hacer un esfuerzo, pues esta es una etapa muy importante en la que los padres debemos estar presentes y tener cuidado para lograr que nuestros hijos maduren de forma adecuada y no caigan en las redes de la tecnología. Como hemos comentado varias veces, estos aparatos no son malos, siempre y cuando se tenga mesura y se pongan los límites adecuados.

Esta etapa en la vida de nuestros hijos, es crucial para formarles en valores y afianzar la autoestima, para que en un futuro puedan tomar sus propias decisiones y tengan una buena base, además de costumbres y valores positivos.

Los niños de 6 a 12 años son muy influenciables. Por eso también debemos estar al tanto de los amigos de nuestros hijos, pues ellos ejercerán una gran influencia, compitiendo con la educación que los padres y profesores les damos a los hijos. Hay que seguir de cerca las amistades, hablar mucho con ellos para que nos cuenten cosas sobre las relaciones con sus amigos.

También es importante en esta etapa, que los niños se responsabilicen de sus tareas escolares y adquieran hábitos de estudio. No sirve que hagan sus deberes de forma rápida para salir del paso, sino que debemos educarlos para que hagan las cosas bien, limpias y ordenadas, porque esa base les servirá para el futuro. Los niños tienen que esforzarse y deben saber que las cosas se ganan con esfuerzo y constancia. Si les damos todo lo que quieren, los niños se creeran los dueños del mundo y cuando sean mayores exigirán conseguir las cosas sin el menor esfuerzo.

Es normal que los niños de 6 a 12 años no sean tan cariñosos y apegados como en la etapa anterior. A esta edad, muchos quieren ser más independientes y les cuesta mostrar su afecto, pero ello no quiere decir que no necesiten sentirse queridos. Los padres debemos ser cariñosos con ellos, haciéndoles saber que los queremos y velamos por ellos.

Es imprescindible enseñar a nuestros hijos en esta edad a respetar a las personas, a no juzgar ni catalogar a nadie por su apariencia o condición social y a respetar a las personas adultas, a sus maestros y por supuesto a sus padres.


Adolescentes y los límites

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En otras ocasiones hemos hablado sobre la importancia de los límites y la disciplina. Esta vez vamos a enfocar el tema desde el punto de vista de los adolescentes.


Es muy importante fijar límites a los adolescentes, porque con ellos les ayudamos a que sean conscientes de hasta dónde pueden llegar en sus actuaciones, los límites que les marcamos los padres les dan seguridad y confianza ya que serán capaces de percibir la línea que no deben cruzar y tendrán una orientación sobre cómo deben comportarse.

Si el adolescente no encuentra límites en la familia, seguramente las buscará fuera de ella, entre su grupo de amigos o con los compañeros de la escuela y eso puede ser perjudicial, ya que el adolescente correrá el riesgo de toparse con algún líder e identificarse con él o seguir sus directrices.

No se trata de ser tiranos con ellos ni imponerse a las malas, sino de razonar y enseñarles el arte de la negociación. Debemos razonar con el adolescente y explicarles el porqué las imposiciones que le ponemos (sin dar demasiadas explicaciones) pero dándoles una razón lógica. El adolescente no aceptará un NO a secas y ello hará que sea más rebelde con las normas impuestas. Sería bueno que escucháramos su opinión y no seamos intransigentes con ellos, ya que eso facilitará la comunicación entre padres y adolescentes.

Estos límites y normas les prepararán para enfrentarse al futuro y para hacerles comprender que en la vida tendrán que renunciar a muchas cosas que desean y enfrentarse a una sociedad llena de normas que se deben respetar.

A veces los padres pensamos que los adolescentes son capaces y los suficientemente maduros para tomar ciertas decisiones, sin embargo no nos podemos imaginar lo mucho que agradecen que los adultos les ayudemos a tomar esas decisiones, sobretodo aquellas que tienen gran trascendencia en su vida. Es muy importante preparar a los adolescentes para que sepan cómo actuar con anticipación si se encuentra en una situación difícil, por ello debemos orientarles desde la pre-adolescencia sobre los temas en los que pueden verse implicados, como la sexualidad, las drogas o el alcohol.

No olvidemos que cuando imponemos ciertos límites, estamos educando a nuestros hijos. Los padres somos un modelo de conducta y referencia para nuestros hijos. Estos límites se deben aplicar sobre las cosas importantes y debemos ser firmes en ellos siempre respetando los derechos de todos los miembros de la familia.

Arriba y abajo: campaña solidaria

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Desde Educando a nuestros hijos, queremos colaborar en las causas solidarias, por lo que vamos a hacernos eco de una campaña muy interesante, a favor de los niños saharauis. Mr. Garamond, junto a la organización Bubisher, nos hace llegar un proyecto solidario que consiste en conseguir fondos para construir una biblioteca en los campamentos saharauis.
  
La propuesta es muy original, ya que se trata de un libro y aplicaciones para iPhone y iPad, en los que narran cómo es la vida de los niños occidentales y cómo vive el día a día un niño saharaui. Tanto la aplicación como el libro en papel, están escritos en cuatro idiomas (español, inglés, francés y árabe) y se componen de 12 escenas de la vida cotidiana, según la visión particular de un niño occidental y otro saharaui. Los cuentos van destinados a niños y niñas desde los 5 años hasta los 12 y en la versión digital  presentan juegos interactivos, con música y un gran colorido, mientras que la versión de papel, permite la lectura sosegada de imágenes y texto, que invitan a la reflexión y el disfrute de bonitas imágenes, a la vez que se aprenden valores y se descubren otras formas de vida.

 La aplicación para iPhone y iPad cuesta 0.89€ y el libro está disponible en las librerías por 9€. El título en español es “Arriba y abajo” y el autor es Mr Garamond, que bajo el lema “1€=7adobes. Ayúdanos a construir una biblioteca en los campamentos saharauis” se proponen recaudar fondos para crear la biblioteca, además de realizar talleres infantiles en instituciones culturales y librerías.

Invitamos a nuestros lectores a ser solidarios y apoyar a los niños que viven en condiciones difíciles, puesto que su educación es la base para su futuro. Para más información pueden dirigirse a www.mrgaramond.com y www.arribayabajo.org

Chantaje de los hijos

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Nos sorprendería saber que los niños aplican "técnicas de chantaje" con los padres desde la más tierna infancia. Ya desde los 2 o 3 años, cuando empiezan la fase de las pataletas, los niños intentan manipularnos y hacernos ceder empleando gritos y rabietas.

Lo más importante es reconocer por nuestra parte que estamos siendo sometidos a un chantaje e intentar volver a tomar el control de la situación. Evidentemente no es lo mismo un chantaje de un niño de dos años al chantaje de un adolescente. Desde el principio se ha de atajar esta conducta, para que luego no sea demasiado tarde.

Los niños son muy hábiles y saben cuándo utilizar nuestros sentimientos para conseguir algo que desean. Yo lo veo en mi hija pequeña, que ha desarrollado una capacidad de llorar a lágrima viva cuando quiere conseguir algo y a los 5 minutos ya se está riendo a carcajadas.

Los padres debemos analizar la situación y una vez nos damos cuenta de las situaciones que son motivo de chantaje, nos tenemos que poner de acuerdo entre la pareja y la familia para adoptar una actitud firme y estar unidos en las decisiones que se toman. Poco a poco iremos observando cambios positivos en la actitud de los hijos.

La regla de oro cuando un niño nos intenta chantajear, aparte de actuar con firmeza, es no prestarles atención y hacer caso omiso de su rabieta. Cuando tomemos una decisión, el niño debe cumplirla y nosotros no debemos darles mil y una explicaciones, pues con ello mostramos debilidad y al final consiguen tomarnos el pelo, puesto que en ese momento, el niño no está dispuesto a razonar, sino que su objetivo principal es conseguir sus objetivos.

Con ello no queremos decir que se debe abusar de nuestra autoridad. Si bien debemos ser firmes, tampoco tenemos que abusar de nuestra posición de superioridad.

Cuando se pacta algo con los hijos, ese pacto queda establecido y no es bueno estar cuestionándolo todos los días y a todas horas, pues hay niños muy insistentes y podríamos acabar cediendo.

Está claro que se debe tratar a cada niño de acuerdo a su edad y su madurez. Hay que explicarles con el lenguaje adecuado para cada edad, que nosotros hemos tomado una decisión y ellos deben de cumplirla, porque si no lo hacen, tendrán consecuencias y desde luego, si las hemos establecido, debemos ser firmes y cumplirlas. Estas pautas contribuyen a la educación de nuestros hijos y aunque en ese momento ellos no se den cuenta, luego agradecerán haber tenido ciertos límites, pues eso los hará ser mejores personas.

Trato entre hermanos

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¿Hay que tratar a los hermanos por igual? Esta pregunta nos la hacemos algunos padres que tenemos 2 o más hijos, pues siempre tendemos a tratar a nuestros hijos de la misma forma para no crear envidias ni celos, pero lo cierto es que es un error tratar a los hijos por igual.


Cada niño es diferente. Aunque sean hermanos, cada hijo tiene unos gustos, un carácter y unas necesidades diferentes. En mi caso, tengo dos hijos y los dos son completamente diferentes, tanto en carácter, como en gustos y por ello, no pueden ser educados de la misma forma.

Por regla general, los padres dicen que educan a sus hijos igual, sin embargo, esto puede generar conflictos entre los niños. Está claro que a veces es conveniente un trato igualitario, pero en otras ocasiones, será imprescindible diferenciar el trato a cada hermano, según sus necesidades. Mi hijo mayor es tranquilo, le gustan los números, tiene mucha paciencia y se entretiene con cualquier cosa durante mucho tiempo. Mi hija pequeña es más artística, más intranquila y no se concentra ni 5 minutos en una sola cosa. A uno le gusta el chocolate, a otra le gustan los helados. Por poner un ejemplo, si una tarde estamos paseando, no podemos obligar a los dos a que se coman un helado, porque a uno le gusta, pero al otro no; por más igualitarios que intentemos ser, hay situaciones en que debemos diferenciarlos.

No se puede atender por igual a los hijos cuando hay dos o más. Generalmente con el primero aprendemos de nuestros errores e intentamos no repetirlos con el segundo. En mi caso, con el primero tenía más dudas, mas temores y mayor precaución pues me preocupaba cualquier cosa que pudiera pasarle. Con la segunda, todo fue más fluido. Eso no quiere decir que no me preocupara por ella, pero aprendí a no sobreprotegerlos, a confiar más en ellos y darles más autonomía. Tampoco son iguales las necesidades para edades distintas.

Lo que hay que tener claro, es que el objetivo de la educación no es la igualdad entre hermanos, sino intentar darle a nuestros hijos lo mejor para cada uno, teniendo en cuenta su personalidad y sus características particulares. Los niños requieren un trato personalizado y debemos hacerles sentir que son únicos. Es buena idea compartir momentos por separado con cada uno de ellos. Por ejemplo, que el padre se vaya a un partido con su hijo o que la madre se lleve a la niña al parque a jugar e intimar entra las dos. Es necesario compartir ratos con ellos de forma individual y hacerles sentir que les escuchamos y queremos. Si ellos se sienten bien atendidos y queridos, evitarán las comparaciones y los celos con sus hermanos. Lo ideal es estimular las cosas positivas de cada uno e intentar darles la mejor educación siempre teniendo en cuenta sus capacidades, su personalidad y sus debilidades.


La televisión y los niños

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Es cierto que los padres fuimos niños y disfrutábamos muchísimo la televisión, pero hoy en día, muchos niños se pasan un montón de horas frente a la televisión y es nuestro deber controlar el uso de este medio, debido a que los programas televisivos influyen muchísimo en los valores y la percepción del mundo de nuestros hijos.



Si bien la televisión nos trae información, emoción y nos acompaña, a veces nos ocupa demasiado tiempo. Teniendo en cuenta que la programación para los niños a veces es escasa o trae contenidos violentos o de poco contenido cultural, los padres debemos tener cuidado con el consumo televisivo. 

Los niños que ven mucho la televisión, tienden a identificarse con los personajes ficticios que ven, ya sean de las series o los dibujos animados y a veces imitan sus modales, palabras, gestos o vestimentas que a menudo son de mala calidad. También es frecuente que los niños muy impresionables, se dejen llevar y expresen la agresividad de los personajes que ven en la televisión o tengan pesadillas por la noche.

La televisión en sí no es mala, pero los padres podemos ayudar a nuestros hijos a que vean la televisión de forma positiva y establecer normas para evitar la aparición de problemas derivados de un número excesivo de horas frente al televisor. Entre las consecuencias de permanecer muchas horas viendo la televisión está la adopción de malas posturas corporales (los niños acostumbran a verla mal sentados desde el sofá o la silla), fomenta el consumismo, ya que presenta los bienes materiales como valores supremos, induce al individualismo, produce cansancio visual, disminuye el tiempo de nuestros hijos en actividades mucho más importante como el deporte, la lectura, el juego o el ejercicio físico. Es cierto que la televisión tiene programas educativos y lúdicos, por lo que puede desempeñar un papel importante en la vida de nuestros hijos y que los niños vean un rato la televisión no es un delito, además debemos reconocer que la televisión es una realidad cotidiana que no puede ser suprimida porque forma parte de un mundo que los niños deben conocer.

He aquí algunas pautas para que la televisión sea un entretenimiento y una forma educativa de disfrutar de ella:

Deberíamos decidir o pactar el tiempo que los niños dedican a ver la televisión. Una hora diaria o dos los fines de semana sería lo ideal, sin embargo debemos esperar a que finalice el programa que están viendo para apagarla. Los adultos que acompañan al niño deberían predicar con el ejemplo y también limitar su tiempo frente al televisor cuando estén con ellos.

Debemos seleccionar los programas convenientes para nuestros hijos y conocer la programación, además de intentar acompañarles compartiendo sus inquietudes y enseñándoles a desarrollar su sentido crítico.

Debemos intentar que la televisión esté apagada la mayor parte del día y no permitir que la vida familiar gire en torno a la pequeña pantalla. La televisión no puede convertirse en el principal acompañante en el proceso de crianza.

También es recomendable intentar enseñarle a nuestros hijos películas clásicas infantiles o programas educativos y no permitir que ellos tengan el control sobre lo que se ve en casa.

Los padres debemos proporcionar alternativas a nuestros hijos, no sustituir nuestra ausencia con la televisión. Debemos compartir con ellos más juegos, más actividades al aire libre, paseos, visitas a museos, al circo, al cine o practicar deportes que también nos divierten y nos entretienen.

Por último quiero recordar que es imposible que nuestros hijos utilicen la televisión de forma adecuada si nosotros no damos el ejemplo y lo primero que hacemos cuando llegamos a casa, es encender el televisor.


Disciplina por edades

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Es muy importante enseñar una disciplina eficaz a nuestros hijos, para que sean personas adaptadas, con objetivos y metas que cumplir y para que aprendan a tener auto-control en sus vidas.


¿Cómo es posible enseñarles esta disciplina?

Pues comunicándonos con ellos, siendo constantes y firmes en nuestras decisiones, siempre adaptándonos a su edad y su nivel de desarrollo.

Nos comunicamos con nuestros hijos cuando les escuchamos con respeto, sin interrumpirles lo que tienen que decirnos y aceptando sus sentimientos. Debemos ser coherentes con nuestros gestos al hablar, pues podemos transmitir mensajes contradictorios y ser claros y precisos al transmitir nuestro mensaje, siempre adaptado a la edad de nuestros hijos. Es conveniente elegir el momento y lugar adecuado y clarificarnos primero antes de transmitir nuestro mensaje.

Ser constantes significa mantenernos firmes en nuestras decisiones, aplicando las consecuencias establecidas. No podemos regañar a nuestros hijos y olvidar enseguida las consecuencias de ese regaño, porque entonces no servirá de nada regañarlos en las próximas ocasiones. Si somos constantes, ellos tendrán más seguridad y serán más responsables de sus acciones.

En cuanto a la edad y el nivel de desarrollo, no es lo mismo, ni siempre coincide. El nivel de desarrollo se refiere al grado de madurez alcanzado, mientras que la edad cronológica se refiere a los años cumplidos. Existen algunos métodos de disciplina según el rango de edad.

Edad de 0 a 2 años:

 Es importante en esta etapa, empezar a expresarnos con palabras a los niños sobre nuestras expectativas y sentimientos hacia ellos, de esta forma nos preparamos para una disciplina basada en el diálogo. Podemos estimular el comportamiento positivo, darle libertad de acción al niño, pero siempre controlando la situación cuando hay peligro.

Edad de 3 a 5 años:

En esta etapa debemos fomentar la iniciativa y además permitir que el niño tenga diferentes opciones y conozca las consecuencias de sus actos. Éstas consecuencias deben ser fáciles de cumplir y debemos ser consistentes en su aplicación. Los niños de esta edad se identifican son los objetos que le pertenecen y por ejemplo, si decidimos privarle de alguno de sus juguetes, debe ser por muy corto tiempo. Es muy probable en esta etapa que los niños no reaccionen como esperamos los adultos. Si esto nos causa descontrol, es preferible aislarnos momentáneamente hasta que el niño recupere su auto-control. Si no se puede ignorar la conducta del niño, lo mejor es aislarlo en una habitación (por un período muy corto) para que reflexione y recupere la calma, no como castigo.

Edad de 6-11 años:

Los padres somos responsables de transmitir a nuestros hijos responsabilidades, de inculcarle valores y estimular la valoración de sí mismo, de sus cualidades y aptitudes para que tenga confianza en su propia persona. De esta forma facilitamos la integración del niño a su medio. En esta etapa es importante establecer horarios (de sueño, comidas, juegos, etc), definir con el niño cuáles son sus responsabilidades, así como las consecuencias si estas no se cumplen.


Edad adolescente de 12-18 años:

Durante esta etapa ocurren muchos cambios en la vida de nuestros hijos, cambios físicos, mentales, hormonales, etc, debido a que el joven está dejando la niñez para convertirse en un adulto.


Muchos adolescentes están deseando ser independientes para asumir responsabilidades o decisiones para las que no están preparados. Si hemos trabajado bien la disciplina en las etapas anteriores, si hemos tenido una buena dosis de comunicación, respeto mutuo y claridad de límites, esta etapa se presentará mucho más fácil y será más fácil llegar a un acuerdo con ellos sobre sus necesidades y las nuevas reglas del juego.

Si no ha sido así, lo ideal sería reconocer de nuevo a nuestros hijos y delimitar en qué etapa se encuentra para que se convierta en una persona con reglas definidas, metas establecidas, que comprende y respeta a sus padres.

Es necesario empezar desde la primera infancia a impartir una disciplina eficaz y no se trata de castigar a nuestros hijos constantemente, sino de establecer lazos de amor, comunicación y respeto mutuo para una buena educación.

Primer día de colegio

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Mi hija pequeña empieza el colegio por primera vez este año con 3 añitos. Afortunadamente está habituada a estar en un centro escolar, ya que la llevé a la guardería durante sus 3 primeros años, pero eso no quita pensar en cómo se adaptará al colegio “de mayores” y si superará con éxito sus inicios en la escuela.


Es la primera vez que se enfrenta a un lugar desconocido. Tendrá amiguitos nuevos, profesoras nuevas y un centro escolar nuevo para ella. Nosotros los padres tenemos dudas razonables sobre su adaptación y por ello he querido buscar información sobre cómo afrontar esta etapa para que el cambio sea mucho más fácil tanto para los padres como para nuestros hijos.

No todos lo afrontarán de la misma manera; no es lo mismo un niño que nunca ha ido a la guardería a otro que está acostumbrado a estar en un centro. Tampoco es lo mismo para un niño que ya tenga hermanos en ese centro escolar, pues ya le será un poco más familiar el colegio de su hermano o hermana. Para unos será mucho más fácil el proceso y para otros quizás les cueste un poquito más. 

Aquí os damos algunas premisas para hacerles más fácil el inicio escolar:

Sería adecuado empezar a regular los horarios un tiempo antes de empezar. Es conveniente que nuestros hijos duerman unas 9-10 horas, además de regular los horarios de comidas, adaptándonos al horario en que lo harán en la escuela, para que le sea más fácil habituarse.

También deberemos intentar llevar a nuestros hijos a visitar el centro escolar antes de empezar, sobretodo si es totalmente nuevo para ellos. Sería ideal que conociera a los profesores y el entorno donde pasará la mayor parte del día.

Al llevarles el primer día, debemos mostrarnos tranquilos, dejar al niño o niña con naturalidad y despedirnos rápidamente, aunque nuestro hijo esté llorando. Si ven que su llanto nos detiene, ese proceso se repetirá a diario.

Sería conveniente que tuvieran superada la fase del pañal de día, pues a partir del inicio del curso escolar no se admiten a los niños con pañales. Debemos enseñarles a que comuniquen sus necesidades y miedos o malestares a las maestras para que les puedan comprender mejor.

Los padres debemos permanecer tranquilos y evitar mostrarles a nuestros hijos que estamos angustiados. El primer día les explicaremos que conocerá nuevos amiguitos y aprenderá muchas cosas nuevas en el colegio, además tendrá muchos juegos y lo pasará muy bien. Podemos ilusionarles con la nueva ropa o uniforme que llevará o seleccionar con ellos el material escolar y los accesorios nuevos y sobretodo transmitirles seguridad en su primer día de colegio.

Sería bueno los primeros días, al recogerles, dedicarles más tiempo de los normal, animarles a que nos cuenten su experiencia en el colegio o nos describan a los nuevos amigos, etc. Es muy importante también la relación con el centro escolar y comentar con las educadoras los nuevos cambios que percibimos en nuestros hijos, así como su evolución los primeros días.

En definitiva, todo cambio lleva su proceso de adaptación y mientras más calmados y tranquilos estemos los padres, más fácil será para nuestros hijos adaptarse a este gran cambio que significa el inicio escolar. Si nosotros asumimos este cambio con naturalidad, todo fluirá correctamente. ¡Suerte!

Aquí van algunos cuentos y libros que os pueden ayudar en el inicio escolar:






Niños de 8 y 9 años: en el cole

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Los niños en edad entre 8 y 9 años ya son bastante independientes. Han superado el primer ciclo de primaria y ahora deberán afrontar nuevos retos y novedades en el próximo ciclo escolar.


En general, los niños de esta edad, ya conocen las operaciones básicas matemáticas y ahora deben poner en práctica todo lo aprendido en los años anteriores. Los padres debemos supervisarles, sin estar encima de ellos todo el tiempo, pero vigilando constantemente su proceso educativo.

Cuando los niños de 8 y 9 años empiezan en tercero de primaria, todo resulta un poco más complejo. Ahora tienen más libros, más contenidos y más exámenes. En esta etapa llegan unos cambios que no todos los niños saben enfrentar, por ello es esencial, la comunicación entre los padres y la escuela, para poder ayudarles y detectar a tiempo las posibles dificultades.

Los niños en esta etapa, empiezan a trabajar haciendo esquemas y resúmenes para organizar mejor la información. Es muy importante la asignatura de conocimiento del medio, en la que se estudia el cuerpo humano, el agua, las plantas y animales, etc. Son contenidos para los que los padres estamos preparados para ayudarlos. Sería ideal mostrarles a los niños estos contenidos de forma práctica, por ejemplo, llevándolos a museos, a jardines botánicos o experimentando con el agua, ya que de esta forma es mucho más probable que le quede en la memoria.

Referente a las matemáticas, los niños entre 8 y 9 años ya conocen las operaciones básicas. En esta etapa, refuerzan la multiplicación y se inician en la división, por lo que es indispensable que se aprendan las tablas de multiplicar. También en este ciclo, empiezan a plantearse problemas donde deben utilizar varias operaciones combinadas. Para resolver estos problemas, se deben leer varias veces para identificar los datos necesarios e intentar llegar a la solución.

Es muy importante también, que los niños adquieran buenos hábitos de lectura, pues en lengua castellana, se trabajará mucho la comprensión lectora, la gramática y ortografía. Los padres debemos buscar fuentes de lectura (aunque sean cómics o revistas) para fomentar este hábito en ellos. A esta edad, los niños deben ser capaces de sintetizar y resumir la información global, por ello sería bueno que los padres les preguntemos sobre lo que han leído para que ellos nos lo resuman con sus propias palabras.

Consejos educativos

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El otro día leía unos consejos interesantes sobre cómo podemos ayudar a nuestros hijos y me gustaría compartirlo con los lectores del blog:



Ayudamos a nuestros hijos cuando...

...los animamos a asumir ciertas responsabilidades relacionadas con el cuidado de la naturaleza, por ejemplo, dejarlos encargados de regar una planta o darle de comer a la mascota de la casa.

...les permitimos que participen en la elaboración de recetas, fomentando así los hábitos de una alimentación saludable.

...a la hora de prohibirles o pedirles algo, les explicamos el porqué, con un lenguaje adecuado a su edad. A veces nuestros hijos no obedecen, simplemente porque no han entendido bien nuestras explicaciones.

...les animamos a hacer ejercicio físico y llevar una dieta equilibrada. Así estaremos contribuyendo a que crezcan sanos. Estaría bien darles la oportunidad adecuada de practicar algún deporte si sobrecargarlos de actividades extraescolares.

...recurrimos a los cuentos y libros como fuente de aprendizaje para satisfacer su curiosidad.

...en determinadas ocasiones o situaciones conflictivas, como son las pataletas, no cedemos a sus demandas y les ponemos límites, si es necesario, sin darles ninguna explicación.

...evitamos que se expongan a situaciones peligrosas, sin protegerlos excesivamente para que no sean inseguros.

...hacemos que se sientan protegidos, pero a la vez libres de reconocer sus posibilidades y limitaciones.

...les hablamos de valores, costumbres y tradiciones, presentes en muchas actividades cotidianas. Refranes, juegos populares o cuentos tradicionales, contribuyen a su formación como personas.

Y sobretodo ayudamos a nuestros hijos si compartimos nuestro preciado tiempo con ellos.

Ahí van esos consejillos. Papás y mamás, ¡tomad nota!

Las buenas palabras

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No es muy común escuchar en los niños hoy en día las palabras "Buenos días", "por favor" o "gracias" en su vocabulario cotidiano. Al menos en el entorno de mi hijo de 5 años, es raro oirlos utilizar estas palabras en su vocabulario habitual. 


En mi caso, intento inculcarles a mis hijos de 5 y 3 años, estas normas de educación que son básicas. No quiero presumir de que mis hijos son los mejores educados, porque no lo son y porque cada vez tengo que recordarles con la típica frase..."¿Cómo se dice? para que ellos contesten: "Graciaaaas", pero pienso que a base de constancia e insistencia, lograré que en algún momento de sus vidas lo digan como algo natural.

Y como yo, muchos padres harán lo mismo, pero muchos otros se piensan que la educación es tarea del centro escolar, como si la cosa no fuera con ellos. "Bastante pago para que los eduquen en el colegio"...he oído decir en algún momento. Me parece increíble que aún hoy en día, muchos padres releguen la educación de sus hijos a un segundo plano. Nosotros los padres somos su ejemplo a seguir y ellos repetirán lo que nos vean hacer y decir.

En una reunión con la profesora de mi hijo, me contaba una anécdota en la que un niño de su clase (de 5 años de edad), no podía decir una frase completa si incluir palabrotas en ella. Al final del curso, la maestra habló con la madre y le dijo: "Ay mamá, ¿cómo podríamos hacer para evitar que tu hijo hable con ese vocabulario?", y la madre le contestó: "¡Pues no lo sé, porque el muy cabrón, en casa no hace eso!" Sólo con esa frase, la profesora pudo ver el ejemplo que el niño tenía en casa.

Para evitar estas situaciones, debemos explicarles a los niños que esas palabras son irrespetuosas, que ofenden y no son agradables. Lo que no debemos hacer es reírnos cuando dicen palabrotas ni darle excesiva importancia, para que vean que no causan ningún efecto y poco a poco se olviden.

Hay situaciones en la que a los padres se nos escapan algunas de estas palabras delante de nuestros hijos y es completamente normal, porque a veces hay situaciones en la que nos sale de forma natural, pero esa forma de hablar no debe ser habitual y nosotros somos los primeros que debemos intentar evitarlas y además enseñarles las palabras de agradecimiento y de cortesía que tan necesarias son hoy en día en los jóvenes. 

La familia es la base de la educación y nuestro compromiso es educarles de la mejor manera posible para que en el futuro sean mejores personas.

El primer trabajo de los jóvenes

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Hoy en día existe en España la generación de jóvenes mejor formados de la historia. Muchos tienen idiomas, han terminado una carrera o han hecho algún máster al finalizar los estudios. Esta generación ha crecido en un entorno más permisivo y liberal que las anteriores y por ende, su forma de enfrentarse al mundo laboral y ejercer responsabilidades es diferente.

La crisis ha cambiado la relación laboral. Hoy en día es muy difícil conseguir un trabajo, por más cualificados que estén y muchos jóvenes sin experiencia laboral, acceden al primer trabajo (si tienen suerte) por debajo de su calificación profesional.

 Quizás es cierto que la juventud no adquiere un alto nivel de compromiso con la empresa, como hacían sus progenitores. Por ejemplo antes se le daba más valor a la presencialidad que a la calidad del trabajo, pero los jóvenes de hoy no están dispuestos a pasarse horas y horas en la oficina para demostrar su compromiso. Las empresas también deberían cambiar su forma de pensar, ya que estamos en la zona más baja en cuanto a productividad en Europa, a pesar de esa mentalidad.

Según Ignacio Megías, un investigador social, los jóvenes que acceden al mundo laboral son fruto de la educación que tienen, que viene marcada por los adultos, que les han primado en todos los valores que se asocian con lo juvenil. Muchos jóvenes se sienten seguros, modernos e inteligentes y acceden con cierto descaro al mundo laboral, pero deben adaptarse a seguir las reglas como los demás, a hacer esfuerzos para adaptarse, tomando iniciativas, siendo responsables y sobretodo respetando a los compañeros y superiores.

Nuestro deber como padres es aconsejarles y motivarles aunque el panorama sea desolador. Debemos alentarlos a que se formen, sí, pero también a que apliquen los valores mencionados anteriormente, fruto de nuestra educación. Por eso es necesario enseñarles desde pequeños a esforzarse por conseguir las cosas, a respetar a los demás, a ser tolerantes y pacientes para afrontar una situación grave en la crisis actual.

Antes era muy común que alguien entrara en una empresa y se jubilara allí. Ahora existe más rotación, más temporalidad. Los jóvenes de hoy día se sienten menos identificados con la empresa, pues a veces piensan que éstas no se identifica con ellos de la misma manera. Muchos jóvenes tienen buenas ideas e iniciativas que a veces ven frustradas por los que llevan muchos años y han hecho las cosas siempre de la misma manera, pero la sociedad cambia muy rápido y nuestros hijos deben aprender a defender sus ideas y darse a valorar, mientras las empresas deberían darle más oportunidad y escuchar las nuevas ideas.

Anteriormente se había creado la imagen de que si tienes buena formación, idiomas y movilidad laboral, podías acceder a cualquier empresa, pero esta situación ha cambiado.

Muchos jóvenes quieren trabajar; nuestros hijos quieren que les den una oportunidad en el mundo laboral y para ello necesitan que los padres les guiemos y les enseñemos valores como tenacidad, respeto y tolerancia, además de alentarles a autosuperarse para enfrentar obstáculos y hacer su trabajo cada día mejor.

La educación y el cine

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Hace un tiempo cayó en mis manos un artículo sobre cómo el cine nos puede ayudar e influir en la educación de nuestros hijos. Decía dicho artículo que el concepto de educación es muy amplio y no se limita al ámbito de la escuela o la universidad, sino que el entorno y la familia forman parte de este concepto. La vida nos enseña muchas cosas y los niños aprenden a base de experiencias que pueden ser insatisfactorias, pero que pueden traer consigo una gran lección.


El cine forma parte de nuestras vidas y por ende, forma parte de esa enseñanza que directa o indirectamente le damos a nuestros retoños. El tema de la educación ha sido guión de varias películas, desde grandes clásicos hasta filmes modernos que intentan mostrarnos el difícil camino de la educación.

Películas clásicas como "La ciudad de los muchachos", "Mentes peligrosas" o "Los cuatrocientos golpes" explican la difícil integración de alumnos conflictivos, y cómo los profesores o los adultos logran soliviantar algunos de los problemas de esos chicos, que por diversos motivos, no lo tienen fácil, mostrando una actitud rebelde y a veces hasta violenta.

Un gran clásico es "My Fair Lady", donde una adorable Audrey Hepburn encarna a una joven analfabeta que debe aprender los modales de la alta sociedad y hacer un gran esfuerzo para ello.

Otro gran ejemplo es "El Club de los Poetas Muertos", donde Robin Williams da vida a un profesor que busca la mejor manera de educar a un grupo de alumnos y abrir su mente para que vayan más allá.

Películas musicales también han aportado grandes valores para la educación, tales como "Los Chicos del Coro", una película francesa que narra las peripecias de un grupo de alumnos que transforman sus vidas gracias a la magia del canto. Otro musical basado en la vida de una familia numerosa, es "Sonrisas y Lágrimas", donde una institutriz consigue devolver la alegría a los niños.
"Billy Elliot" es otro ejemplo de superación, de perseverancia, de luchar por lo que uno quiere.

Otras películas más fuertes, como "American History X", que narran temas raciales, conflictos entre pandillas o jóvenes rebeldes o la durísima película "Precious" donde nos muestran a una chica maltratada e inadaptada, también representan escenas que pueden suceder en la vida real.

"Cadena de favores", " Karate Kid", "Estación Central de Brasil", "El Milagro de Anna Sullivan", "Rebelión en las aulas"...son algunas de las propuestas de este interesante artículo de la revista Padres y Colegios en las que tratan el aspecto formativo y la educación de las personas.

Les animo a mostrarles a nuestros niños algunas de estas películas que seguro les aportarán nuevos valores como la tolerancia, el compañerismo, la perseverancia o la disciplina a la vez que se divierten disfrutando de este buen cine.

Los niños y la muerte

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Cuando fallece un familiar o un conocido, es difícil explicarle a un niño lo que significa la muerte y las consecuencias que conlleva. Para algunos niños, morirse es quedarse dormido mucho tiempo, irse al cielo o simplemente experimentar mucho dolor en un hospital.

No es tema fácil de tratar porque siempre procuramos evitarles el dolor y el sufrimiento a nuestros hijos, pero habría que evitar que la muerte sea un tema tabú, ya que es una parte inevitable de la vida.


Muchas veces intentamos explicar la muerte utilizando metáforas complejas que llevan a nuestros hijos a confusión. Sería adecuado conversar con ellos e intentar explicarles de la mejor forma posible, contestando a sus dudas y temores con honestidad.

Sobre los diez años, los niños empiezan a tener más consciencia del significado de la muerte, aunque siguen pensando que eso les ocurre a los demás, que a ellos no les va a pasar y a veces toman riesgos y obran imprudentemente, sin ningún temor.

Cuando fallece un ser querido, debemos permitir a nuestros hijos su momento de duelo. A veces les incitamos a ser fuertes, pero hay que comprender que no siempre tienen las fuerzas necesarias para sobreponerse a su dolor. A los adultos ya nos cuesta bastante y los niños, con más razón, sienten un profundo dolor y muchas veces se sienten desconcertados ante la situación.

El duelo atraviesa cinco etapas:

La primera sucede al experimentar la pérdida y se caracteriza por la negación del niño y la experimentación de dolor y tristeza.

Luego llega la rabia por la pérdida, que se puede manifestar en pesadillas, juegos violentos o irritabilidad. En estos momentos debemos apoyarlo y dejar que se desahoguen.

Después llega la fase en la que hay dolor y confusión, que puede llegar con mucho llanto.

La cuarta etapa llega cuando el niño ha aceptado la pérdida y ya ha expresado su tristeza.

Y por último, llega la etapa de la resolución o superación de la pena. Llegar hasta aquí no es tarea fácil, pero el proceso será mucho más llevadero si los acompañamos en todo momento y si se lo explicamos con amor y solidaridad.

No hay que intentar minimizar la pérdida ni darle un trato sobreprotector al niño o adolescente. Siempre debemos acompañarlos de manera firme y positiva, recordando siempre las lecciones de la vida, los momentos buenos de la persona fallecida y todo lo positivo que nos dejó esa persona.

La mejor educación que se le puede dar a nuestros hijos, es enfrentarles a la vida auténtica sin adulteraciones ni falsificaciones.

Queremos recomendarles el libro: "Cuando fallece un ser querido", una guía para explicarles a los niños cómo enfrentarse a ello.


Empezando la guardería

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Tuve que llevar a mis dos hijos con 9 y 6 meses por primera vez a la guardería por razones laborales. La verdad es que, llegado el momento, se hace difícil dejar a tu hijo o hija al cuidado de otras personas. He tenido la suerte de encontrar una guardería fabulosa muy cerca de casa y siempre he estado tranquila en ese aspecto, ya que sé a ciencia cierta que los niños están en buenas manos.
 
Es verdad que el primer año de ambos fue un poco difícil, pues se enfermaron en bastantes ocasiones, pero ya a partir del segundo año, se fueron haciendo más fuertes y más inmunes a dichas enfermedades.

La primera vez que nuestros hijos asisten a la guardería, es recomendable hacerlo de forma gradual, si es posible, llevarlos unas pocas horas al día para que se vayan familiarizando con las cuidadoras y el entorno.

Para ellos es una gran cambio, ya que esta etapa implica la primera separación del entorno familiar, un entorno en el que el niño o niña se siente seguro y ahora deberá adaptarse a nuevas relaciones con otros adultos y quizás a otros horarios diferentes a los que estaba acostumbrado.

Por ello, es muy probable que nuestro hijo manifieste de diferentes maneras su miedo e inseguridad frente a este nuevo cambio; ya sea con tristeza, llorando, con inactividad o rechazo hacia sus educadores. Incluso es probable que manifieste cambios en el sueño o en los hábitos alimenticios, pero esto es totalmente normal, ya que forma parte del proceso de adaptación a la nueva situación.

Nosotros como padres, deberemos intentar ayudarles a superar estos miedos siendo comprensivos y con una actitud flexible pero a la vez firme. No vale que nos quedemos consolándolos durante largo rato a la entrada del centro, porque eso sólo conseguirá empeorar las cosas y que los padres nos marchemos con dolor, cuestionándonos si hacemos bien "abandonando" a nuestros hijos.

Las educadoras, siempre me han comentado que una vez pasa el período de los primeros días, los niños se habitúan con facilidad, sin embargo, son verdaderos maestros en el arte de mostrar sufrimiento a los padres. Por lo que me han contado, en la mayoría de los casos, el llanto cesa una vez se cierra la puerta.

Sí que es importante que los padres apoyemos a los pequeños, que tengamos buena relación con las cuidadoras e intentar hacerles comprender a los niños, que estarán bien atendidos y compartirán con otros amiguitos a la vez que aprenderán muchas cosas nuevas.

No se debe olvidar que cada niño es único y diferente, por lo que el proceso de adaptación no es el mismo para todos, pero entre la escuela infantil y los padres, conseguiremos que en poco tiempo, esta adaptación sea un éxito.

Quitar el pañal

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Muchos padres se preguntan cuál es la edad idónea para quitarle el pañal a nuestros hijos. No hay una edad exacta para hacerlo y cada niño es diferente, por lo que tendremos que tener en cuenta el nivel de madurez del niño, aunque la edad recomendable para empezar con el proceso es alrededor de los 2 años. El control de esfínteres conlleva un aprendizaje, ya que pasa de ser un acto reflejo automático a ser un acto voluntario y controlado.

¿Cómo sabemos cuándo nuestro hijo/a está suficientemente maduro para quitarle el pañal? Ésta es una buena pregunta que podemos responder observando algunos indicadores que nos ayudan a conocer el grado de madurez de nuestro hijo.

Para empezar, es bueno que el niño tenga alguna noción sobre su esquema corporal, que tenga consciencia sobre su propio cuerpo para poder percibir las sensaciones que ocurren antes y después de orinar y defecar.

También es importante que sepa comunicarse con claridad, que sepa el significado de las palabras pipí y caca y que las pueda pronunciar, además el niño debería haber adquirido un grado de autonomía suficiente, que le permita realizar las acciones que implica el control de esfínteres, como ir solo al lavabo, bajarse los pantalones, etc).

Una vez nuestro hijo haya adquirido este grado de madurez, debería ser capaz de aguantar el pipí durante períodos largos de tiempo, por ejemplo, hasta el próximo cambio de pañal.

Debemos empezar a acostumbrar al niño al uso del orinal. Siempre es mejor iniciarse en la temporada de verano, tanto para evitar que pasen frío como para lavar su ropa de recambio. Es normal que ocurran "accidentes" constantemente, por lo que debemos ir preparados con varias mudas de recambio.

Los mejores momentos para poner el niño en el orinal, es cuando se despiertan, después de las comidas y antes de acostarse. No es recomendable tener al niño demasiado tiempo en el orinal, si no hace nada, lo sacamos y dentro de un ratito, lo volvemos a poner. Cada vez que nuestro niño haga pipí o caca, lo elogiaremos y felicitaremos para reforzar su conducta. Durante el día los pondremos cada 2 o 3 horas en el orinal, pero no debemos agobiarles constantemente preguntándoles si tienen pipí, porque al final conseguimos un rechazo hacia el orinal. Progresivamente, el niño aprenderá a controlar y pedir él mismo cuando quiera ir al baño.

Si el niño va a la guardería o lo cuida otra persona, es importante mantener una sintonía y ponerse de acuerdo entre las partes implicadas para hacerlo todos a la vez.

Para quitar el pañal nocturno, una vez hayamos conseguido el control diurno, es muy importante que el niño se acostumbre a ir al baño antes de acostarse y no ingerir líquidos una o dos horas antes. Es probable que durante los primeros días, no aguante seco toda la noche, pero poco a poco irá adquiriendo el hábito.

Hay que tener mucha paciencia y sobretodo mantenerse firme, ya que una vez hayamos iniciado este aprendizaje, hay que seguir adelante y no volver a ponerle el pañal, porque le crearía confusión a los niños. Siempre que podamos, es mejor que lleven ropa cómoda, para facilitar su autonomía a la hora de ir al baño.

¡Suerte papás y ánimos, que con cariño y constancia, todo se consigue!

La pereza: gran enemiga de nuestros hijos

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Hoy en día las cosas se nos han facilitado en gran medida, en relación a hace unas décadas. Antes tenías que levantarte del sofá si querías cambiar de canal, buscar en enciclopedias si querías saber información sobre algún tema, o esperar pacientemente si querías un vaso de leche caliente, a que se calentara al fuego.
En la era de internet, microondas, mandos a distancia, etc, todo eso ha desaparecido. Nuestros hijos han crecido con comodidades que para ellos son imprescindibles y totalmente normales. Han crecido teniéndolo todo en sus manos sin el menor esfuerzo. Cada vez, los jóvenes son más perezosos, practican menos deporte y son más acomodados. Todas estas ventajas que nos han facilitado la vida, pueden convertirse en malos hábitos, creando efectos negativos en nuestros hijos.




Los jóvenes lo quieren todo rápido, sin el menor esfuerzo. No valoran el esfuerzo del trabajo porque lo tienen todo y no conocen la importancia de la perseverancia para lograr un objetivo. Evidentemente no todos los jóvenes son así, pero la gran mayoría se ha adaptado a tenerlo todo fácil y rápido. Si queremos que esto no suceda, debemos enseñarles e inculcarles el espíritu de esfuerzo y perseverancia para que tengan éxito en la vida.
Aquí os dejo algunos consejos para llevar a cabo esta enseñanza.
  • No les demos todo lo que nos piden. Hay que saber decirles que no y enseñarles a esforzarse por conseguir las cosas.
  • Debemos reducir su tiempo de televisión y videoconsolas y sustituirlo por el deporte y la lectura. No es sano pasar todas las tardes en un sofá viendo la televisión.
  • No hagamos las cosas por ellos. Aunque les cueste, les podemos orientar, siempre de forma adecuada a su edad, pero debemos dejar que ellos se esfuercen por vestirse solos, comer solos y hacer sus tareas sin que se las hagamos nosotros.
  • Enseñemos a nuestros hijos a ahorrar. Les podemos dar una pequeña cantidad semanalmente, pero haciéndolos responsables de sus gastos y la administración de ese dinero para sus cosas.
  • No ordenemos su habitación siempre. Hay que acostumbrarlos a que colaboren en las tareas de la casa como ordenar su cuarto, poner la mesa, ayudar en la limpieza, etc.
Muchos padres dirán que es muy fácil aconsejar estas premisas pero que no son tan fáciles de llevar a cabo. Es verdad, estoy de acuerdo pues yo tengo dos hijos pequeños también, pero el consejo es saber mantenernos firmes. Si no cumple con sus tareas, les asignamos más tareas a cumplir y hasta que no las hagan, no pueden tener su rato de ocio. Si nos mantenemos firmes y cumplimos esto, pronto veremos los resultados.

Protegemos a nuestros hijos

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“Quiero que llegues a casa antes de las 10”. Esta frase la dicen muchos padres, cuando sus hijos adolescentes o pre-adolescentes quieren salir un fin de semana o por la noche. Todos tenemos miedo de que algo les ocurra y quisiéramos protegerlos en todo momento. Frases como “ahora hay más peligro porque los tiempos han cambiado” son habituales entre los padres.


Antes teníamos más libertad. Recuerdo por las tardes, después de hacer mis deberes, bajaba a la calle con los amigos del barrio y me pasaba horas y horas sin la supervisión de un adulto (debía tener entre 8 y 13 años). Hoy eso no sucede así. Tenemos miedo hasta de mandarlos a por el pan. Y socialmente hoy en día es lo normal, porque los padres que no sienten ese miedo, están mal vistos.

Si cuidamos demasiado a nuestros hijos, no les estamos haciendo ningún favor. Es verdad que estarán más protegidos, sin embargo tendrán otros problemas, como la inseguridad y la falta de recursos para enfrentarse a las situaciones de la vida. A medida que nuestros hijos vayan creciendo, debemos darles la formación necesaria para que adquieran la responsabilidad suficiente y darles las herramientas necesarias para saber desenvolverse en la vida, porque estos niños, algún día crecerán y cuando quieran hacer algo por sí mismos, no sabrán cómo comportarse, porque nunca han tenido la oportunidad, ya que todo se lo hemos hecho y resuelto nosotros los padres.

Cuando nuestros hijos empiezan a salir por las tardes con los amigos y empiezan a salir por las noches, los padres nos mantenemos pendientes de sus actividades; que si hay que recogerlos a las 2 de la mañana en tal discoteca, que si hay que ir a buscarlo por casa de tal amigo...Ahí estamos nosotros, a la espera de que nuestro hijo o hija nos llamé por el teléfono móvil, el revolucionario invento que nos ha salvado la vida, ya que sabemos en todo momento dónde están nuestros hijos y los podemos tener controlados, (o eso creemos) y en cuanto nos llaman, allí acudimos sin pestañear. Hay niños de 8 años de edad que se pasean con móviles de última generación como si nada, pero eso ya da para otro tema aparte.

Al llegar a casa con nosotros, garantizamos que nuestros hijos hayan llegado sanos y salvos, pero no podemos garantizar que éstos sepan reaccionar a los peligros del alcohol, de las drogas o cualquier tentación que tengan en su tiempo de ocio. La clave está en educar en autonomía, en darles información y darles capacidad para formar su propio criterio y que aprendan a distinguir lo bueno de lo malo. Hay que enseñarles a ser valientes y nosotros deberíamos confiar más en ellos a la vez que debemos estar ahí cada vez que nos necesiten para orientarlos y aconsejarlos.

Consejos para padres en el acompañamiento escolar

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Hoy les traemos unos consejos para los padres que tienen hijos en edad escolar; una guía que deberíamos seguir los padres para que las actividades escolares de nuestros funcionen lo mejor posible. Nos debemos  mentalizar de que nuestra implicación es vital para que su etapa escolar sea un éxito. No basta con dejar a los niños en el colegio y dejar que ellos los eduquen, porque los principales responsables de su educación, somos nosotros los padres. Aquí os dejo los puntos principales:

1.      Nos preocuparemos de que nuestros hijos vayan a la escuela y sean puntuales.
2.      Reservaremos un espacio para nuestros hijos en casa, que sea el adecuado para el estudio y que tenga las condiciones necesarias.
3.    Hablaremos con nuestros hijos de la importancia que tiene esforzarse para obtener buenos resultados en la escuela.
4.      Ayudaremos a nuestros hijos a planificar su tiempo de estudio y el de hacer los deberes, según sus necesidades.
5.      Les haremos saber que confiamos en sus capacidades para aprender.
6.      Nos interesaremos por todo lo que aprende nuestro hijo en la escuela e intentaremos que lo apliquen en la vida diaria con diversas actividades cotidianas.
7.      Nos preocuparemos de que nuestros hijos hagan sus deberes y los orientaremos si hace falta, pero entenderemos que es importante que sean ellos quienes realicen las tareas escolares.
8.    Animaremos a nuestros hijos a leer cada día y aprovecharemos cualquier oportunidad para leer juntos.
9.      No hablaremos mal de un profesor delante de nuestros hijos, ya que es importante que mantenga un respeto hacia los docentes. Cuando detectemos un posible problema, hablaremos con ellos directamente.
10. Hablaremos con nuestros hijos sobre sus intereses académicos y les ayudaremos a tomar decisiones de futuro, teniendo en cuenta sus intereses, sus capacidades y las orientaciones que hemos compartido con su tutor.
11.  Asistiremos a las reuniones que convoque el centro escolar, manteniendo el contacto regular con el tutor o tutora de nuestro hijo.
12.  Entenderemos que la escuela es la institución encargada del aprendizaje académico, un lugar donde nuestros hijos deben aprender a relacionarse e interactuar de manera positiva con los demás.
13. Intentaremos participar de manera voluntaria en las actividades del centro educativo, tanto en la asociación de padres como en la formación dirigida a padres y madres, cuya finalidad es proporcionarnos herramientas para educar mejor.

Espero que estos consejos sean útiles y favorezcan la relación entre los padres, los hijos y el centro escolar.

Decálogo para la educación

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Estuve leyendo en la página de la Generalitat de Catalunya, un decálogo para ayudar con la difícil tarea de educar a los hijos. Aquí os lo dejo, unos simples consejos para ayudarnos en la educación:

  1. Somos un modelo positivo para nuestros hijos y para nosotros mismos.
  2. Los padres y madres, deberíamos procurar compartir los mismos criterios respecto a la educación de nuestros hijos y ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
  3. Educamos nuestros hijos para que sea responsable de sus acciones.
  4. Ayudemos a nuestros hijos a tomar decisiones a corto y largo plazo, a aprender de los errores y a aceptar sin reservas, sus equivocaciones, limitaciones y frustraciones.
  5. Nos interesamos por las relaciones que nuestros hijos tienen con sus compañeros y con los adultos con los que está en contacto.
  6. Procuraremos encontrar el momento oportuno para hablar con nuestros hijos y para escucharlos, manteniendo una actitud comprensiva y positiva, pero también firme y con criterios claros.
  7. Nos aseguraremos  de que nuestros hijos hayan desayunado cuando salgan de casa y se lleven alimentos a la escuela.
  8. Nos aseguraremos que nuestros hijos duerman las horas necesarias para su edad, estableciendo los horarios adecuados.
  9. Procuraremos que nuestro hijo participe en actividades de compromiso cívico.
  10. Estaremos al tanto de lo que nuestro hijo ve en televisión, internet y si hace falta, los orientaremos.

Pues ahí va eso; no es fácil, pero siempre se puede intentar seguir estas normas básicas para el buen funcionamiento de las relaciones padres-hijos y su educación. Próximamente os pasaremos otros decálogos interesantes.