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Niños entre 12 y 14 años (Pre-adolescentes)

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Entre los 12 y 14 años, comienza una etapa difícil para la que algunos padres no estamos preparados. Es una etapa en la que nuestros hijos empiezan a descubrirse a sí mismos, a adquirir nuevas responsabilidades y obtener más libertad.


En esta edad, muchos adolescentes tienen cambios repentinos de humor en los que ni siquiera ellos mismos conocen la causa. Es muy difícil lidiar con este tipo de situaciones, por eso los padres debemos intentar ser comunicativos con ellos desde edades tempranas, para que nuestros hijos sean capaces de expresar sus emociones.

Si ellos ven que sus padres siempre han sido abiertos y les prestan atención, siempre será más fácil para ellos comunicarles sus miedos, anhelos y frustraciones.

Los padres que son capaces de tolerar y reconocer los sentimientos de sus hijos, son los que mejor pueden poner límites a las acciones de sus hijos, para poder ayudarlos. Si somos extremadamente autoritarios, lo que lograremos es inducir a nuestros hijos a comportarse de forma extrema.

Hay que entender que en el momento de entrada a la adolescencia, su cuerpo experimenta varias transformaciones y aparecen nuevas emociones que les afectan a ellos mismos y al entorno familiar.

Algunos problemas que pueden aparecer durante el paso de la pubertad a la adolescencia, son varios. Desde pequeños hurtos, que pueden ser debidos a que los jóvenes constantemente quieren desafiar a sus padres o amigos hasta problemas más graves como iniciarse en las drogas y alcochol. Estos problemas se traducen en conflictos constantes y desestabilización familiar. Generalmente, si nuestros hijos han tenido una buena base sobre educación y el comportamiento adecuado, cuando llegue el momento, sabrán distinguir entre las buenas acciones y las malas, por lo que ellos mismos serán capaces de actuar de forma correcta.

Tengamos en cuenta que la tendencia en esta edad es ser un poco rebelde y llevar la contraria a los padres. Desde la forma de vestir (escogen prendas que saben que no nos gustan), hasta seguir ciertas tendencias que a los padres nos desagradan. Los adolescentes siempre quieren tocar el límite y muchas veces asumen riesgos (deportivos o acciones) que les pueden pasar factura, provocando ansiedad a los padres que sufren porque se dan cuenta del cambio que han experimentado los que hasta hace poco eran sus "niños pequeños" y no saben cómo manejarlo.

Por ello debemos seguir muy de cerca sus pasos, ser autoritarios y fijar límites, sin caer en el error de no dar explicaciones e infundirles miedo. Los hijos siempre se van a sentir mucho más seguros, si los padres les damos los motivos por los que no pueden actuar de cierta forma, les damos cariño y comprensión y tampoco olvidemos dejarles su propio espacio.

Pre-adolescencia

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Sobre los 10 a 12 años empieza la etapa de la pre-adolescencia. Una etapa difícil pues ya nuestros hijos dejan de ser niños y se preparan para entrar en la adolescencia. En esta edad, los hijos reclaman más libertad e independencia. También ocurren cambios físicos que les pueden plantear dudas y preguntas que nosotros los padres debemos intentar resolver de la forma más natural posible. En esta etapa debemos ser cuidadosos y más que nunca vigilar su educación.


En la pre-adolescencia es cuando debemos darles mucha información y ser firmes en nuestras decisiones para no perder la autoridad, pues a medida que crecen, cuesta más que los hijos obedezcan y puede ser que contesten de mala forma, se rebelen o incluso nos ignoren. Es una etapa de transición difícil para ellos, pues se aburren con las cosas de niños y sin embargo no pueden realizar aún actividades de un adolescente, pero también es difícil para nosotros, porque ya no podemos seguir actuando como hasta ahora y hemos de cambiar con ellos.

Las niñas pre-adolescentes suelen ser más maduras que los niños, por norma general y en esta edad empiezan a querer ser más libres. No hay que tener miedo a darles libertad, siempre y cuando se les eduque bien para que ellos puedan distinguir lo bueno de lo malo, para que sean conscientes de quienes son las malas compañías que deben rechazar, para que sean capaces de pensar por sí mismos y elegir la mejor opción para ellos, que no siempre será la buena para nosotros, pero les enseñará a aprender de sus errores. Los padres debemos respetarles y dejarles un poco de libertad, no debemos mandar las cosas "porque sí", porque los hijos pre-adolescentes ya no obedecen como en las etapas anteriores y es mejor darles una explicación. Es una etapa difícil para los padres porque ven como sus hijos ya no son tan niños y empiezan el camino hacia su madurez. La comunicación es básica y vuelvo a repetir, la información que les damos es muy importante para que ellos se puedan formar una idea de los valores a seguir.

Es bueno empezar a hablarles de la sexualidad, de los peligros que existen en la calle, de las drogas, o del alcohol ya que a esta edad empiezan a sentir curiosidad sobre estos temas.

Los padres también debemos dar el ejemplo. No podemos reclamar a nuestros hijos que ayuden en casa, si nosotros mismos o nuestras parejas no lo hacen. Debemos mandarles cosas razonables y no algo imposible de cumplir; en esta etapa los niños suelen razonar y al final entenderán e incluso aceptarán de buen grado nuestras explicaciones.

No debemos prometerles cosas que no vayamos a cumplir ni amenazarles con castigos que no vamos a ejecutar, porque sólo conseguiremos perder nuestra autoridad. No debemos utilizar castigos físicos ni intensos, porque lo único que se consigue es fomentar comportamientos agresivos. Lo mejor es el diálogo entre padres e hijos, intentar ponernos en su lugar, ofrecernos a resolver sus dudas y abrir nuestra mente para que surja una relación de confianza mutua y así poco a poco se preparen para el largo camino que les queda para llegar a ser adultos.