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Sexualidad en niños de 9 a 11 años

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A partir de los 9 años, los niños inician la etapa de la pre-adolescencia. Como hemos comentado en otros artículos, durante esta etapa ocurren cambios físicos y los niños empiezan el camino hacia la madurez. A estas edades, sería bueno empezar a hablarles sobre sexualidad, concretamente sobre los cambios físicos que van a experimentar.

Realmente, los niños de 9 a 11 años, no suelen tener mucho interés en este tema. De hecho, en esta edad, los niños suelen fantasear sobre los temas sexuales. Aún no entienden lo que significa "hacer el amor" y hasta les puede parecer algo desagradable. En esos momentos, las referencias que tienen, suelen provenir de otros amiguitos que tienen la misma o menos idea que ellos.

Generalmente, los niños tienen muchas dudas que debemos intentar resolver, pero sin adelantarnos a sus preguntas, a menos que veamos que tienen conceptos equivocados sobre la sexualidad; entonces intentaremos sacar el tema con la mayor naturalidad posible.

Anteriormente, la sexualidad era un tema tabú y a muchos de nosotros, nuestros padres nunca nos hablaban de ese tema. Afortunadamente, en la actualidad se trata este tema en los colegios y los padres también somos un poco más abiertos y estamos dispuestos a resolver las dudas, pero siempre debemos hacerlo sin estar constantemente encima ni dando demasiados detalles que no nos pidan.

A las niñas de 9 años sería bueno empezar a hablarles de la menstruación, para que estén preparadas y no se sientan inseguras. A esta edad, muchas niñas pueden entender perfectamente lo relacionado con su sexualidad y además es muy bueno que puedan confiar en sus madres para preguntarle todas las dudas y poder madurar correctamente.

Sobre los 10 años, los chicos suelen hablar sobre los temas sexuales entre sus amigos y la mayoría conocen los cambios físicos que se avecinan, aunque prefieren no darle demasiada importancia. Es importante que los niños y niñas de esta edad vayan conociendo poco a poco su sexualidad hasta que la descubran plenamente en su adolescencia. Muchos niños hablan de este tema y podemos creer que están muy al tanto, pero la mayoría de veces, lo que hacen es comentar lo que han oído, pero sin saber a ciencia cierta lo que están diciendo. Para ello estamos los padres, para orientarlos y favorecer que nuestros hijos nos tengan la suficiente confianza para que nos planteen sus dudas.

Sobre los 11 años, ya los niños tienen una idea muy peculiar sobre la sexualidad y se fijan mucho en el ejemplo que tienen en casa; observan a sus padres en sus relaciones y ello les dará una idea de lo que suponen es el comportamiento típico de la vida en pareja. Durante esta etapa, los padres debemos ser muy cuidadosos con la imagen que les transmitimos y los comentarios que hacemos, pues a veces nuestras conversaciones sin importancia, para ellos tienen un significado profundo.

Los padres debemos crear un clima relajado y hablar con naturalidad sobre la sexualidad, además de asumir que la familia es la parte más implicada en la educación sexual de nuestros hijos y si no sabemos como afrontarla, siempre podremos recurrir a la ayuda de los maestros o profesionales para que nos orienten.


Pre-adolescencia

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Sobre los 10 a 12 años empieza la etapa de la pre-adolescencia. Una etapa difícil pues ya nuestros hijos dejan de ser niños y se preparan para entrar en la adolescencia. En esta edad, los hijos reclaman más libertad e independencia. También ocurren cambios físicos que les pueden plantear dudas y preguntas que nosotros los padres debemos intentar resolver de la forma más natural posible. En esta etapa debemos ser cuidadosos y más que nunca vigilar su educación.


En la pre-adolescencia es cuando debemos darles mucha información y ser firmes en nuestras decisiones para no perder la autoridad, pues a medida que crecen, cuesta más que los hijos obedezcan y puede ser que contesten de mala forma, se rebelen o incluso nos ignoren. Es una etapa de transición difícil para ellos, pues se aburren con las cosas de niños y sin embargo no pueden realizar aún actividades de un adolescente, pero también es difícil para nosotros, porque ya no podemos seguir actuando como hasta ahora y hemos de cambiar con ellos.

Las niñas pre-adolescentes suelen ser más maduras que los niños, por norma general y en esta edad empiezan a querer ser más libres. No hay que tener miedo a darles libertad, siempre y cuando se les eduque bien para que ellos puedan distinguir lo bueno de lo malo, para que sean conscientes de quienes son las malas compañías que deben rechazar, para que sean capaces de pensar por sí mismos y elegir la mejor opción para ellos, que no siempre será la buena para nosotros, pero les enseñará a aprender de sus errores. Los padres debemos respetarles y dejarles un poco de libertad, no debemos mandar las cosas "porque sí", porque los hijos pre-adolescentes ya no obedecen como en las etapas anteriores y es mejor darles una explicación. Es una etapa difícil para los padres porque ven como sus hijos ya no son tan niños y empiezan el camino hacia su madurez. La comunicación es básica y vuelvo a repetir, la información que les damos es muy importante para que ellos se puedan formar una idea de los valores a seguir.

Es bueno empezar a hablarles de la sexualidad, de los peligros que existen en la calle, de las drogas, o del alcohol ya que a esta edad empiezan a sentir curiosidad sobre estos temas.

Los padres también debemos dar el ejemplo. No podemos reclamar a nuestros hijos que ayuden en casa, si nosotros mismos o nuestras parejas no lo hacen. Debemos mandarles cosas razonables y no algo imposible de cumplir; en esta etapa los niños suelen razonar y al final entenderán e incluso aceptarán de buen grado nuestras explicaciones.

No debemos prometerles cosas que no vayamos a cumplir ni amenazarles con castigos que no vamos a ejecutar, porque sólo conseguiremos perder nuestra autoridad. No debemos utilizar castigos físicos ni intensos, porque lo único que se consigue es fomentar comportamientos agresivos. Lo mejor es el diálogo entre padres e hijos, intentar ponernos en su lugar, ofrecernos a resolver sus dudas y abrir nuestra mente para que surja una relación de confianza mutua y así poco a poco se preparen para el largo camino que les queda para llegar a ser adultos.